
El sábado celebramos el Día Nacional de Cataluña, jornada cargada de muchos significados: memoria de nuestra historia, agradecimiento por lo que somos, recuerdo de todas las generaciones que han construido nuestro país, reivindicación de un presente y futuro con mayor libertad, justicia y fraternidad, manifestación de nuestro amor y de nuestro compromiso por el hoy y por el mañana. Los seguidores de Cristo recordamos con agradecimiento las raíces cristianas que han configurado de forma importante el ser y el actuar de nuestro pueblo, deseando que esta propuesta cristiana que ha configurado la dimensión religiosa y espiritual, la vida social, la cultura, las fiestas, el patrimonio, el arte, la economía, la política... no sea menospreciada ni olvidada. Si ha configurado el pasado y ha contribuido a forjar el presente, es necesario valorar la fuerza profunda que tiene para humanizar a la persona y la sociedad. Sencillamente, es importante reconocer que la huella cristiana no es sólo del pasado, sino del presente, y que puede contribuir en gran medida al futuro.
Olvidar esta dimensión en los proyectos de presente y futuro puede significar un empobrecimiento no sólo para los creyentes, sino para todos los ciudadanos de Cataluña.
Desde esta convicción habrá que reforzar los caminos de mutua colaboración, y plantearse, reflexionar y acordar cómo se articula esta mutua colaboración de la Iglesia con las organizaciones de la sociedad civil y con las instituciones de gobierno.
Sin embargo, pensando en Cataluña desde la propuesta de Jesús, hay que subrayar para tenerlo muy presente:
Jesús hizo opción por su pueblo, atento a todo lo que más necesitaban sus contemporáneos. Propone que todo cambio debe empezar por el corazón de cada persona y acabar en las estructuras para conseguir una sociedad más justa para todos.
En este día recordamos la fuerza de la oración, porque Dios responde, quizás no como nosotros deseamos, pero sí ofreciéndonos lo que más necesitamos.
Cabe preguntarse: ¿qué puedo ofrecer a mi pueblo de Cataluña en este momento? Es la pregunta que yo me hago, y sugiero que sea también la suya.
Francesc Pardo Artigas,
Obispo de Girona