En la homilía de la misa crismal, que se celebró en la catedral el Martes Santo, el obispo Francisco calificó de "prioritario y urgente" el hecho de "devolver la alegría y los cantos de fiesta" a "la nueva Sió" que "hoy es nuestra Iglesia universal y la nuestra de Girona". Y animó a los curas, diáconos y laicos a dar un paso adelante: “hay que hablar de nuestra Iglesia con convicción, positivamente, con esperanza y remarcando no tanto sus carencias sino sus posibilidades”. Conscientes de que la Iglesia es “la casa de los pecadores, que se esfuerza por vivir nuestra condición de santos y escogidos”, hay que trabajar para que “esté bien fundamentada en Cristo y, así, sea más acogedora, más fraternal, más evangélica”.
El obispo había comenzado la homilía constatando "el debilitamiento de la fe y la vitalidad cristiana" que se observa actualmente y hablando, basándose en un texto del Apocalipsis, de la necesidad de recordar "el centro de la fe y la esperanza": el anuncio de que "el Señor viene hoy" y lo hace, principalmente, de la Iglesia y de la , de una manera especial, "a través de la celebración de los sacramentos". La misión del Señor Jesucristo y de la Iglesia, dijo el obispo basándose en un texto del evangelio de Lucas, se resume en cuatro aspectos: llevar la buena nueva a los desvalidos, que son “los pobres en bienes materiales, en salud, en cultura, pero también los pobres en bienes espirituales o los ignorantes en cultura religiosa y cristiana, su propuesta de vida”; curar los corazones doloridos y consolar a quienes están de luto; proclamar a los cautivos la libertad, teniendo en cuenta que "podemos estar encadenados por cadenas de hierro y también de oro"; y devolver la alegría y los cantos de fiesta a la nueva Sión, que es la Iglesia.
El obispo invitó a todos a dar gracias a Dios por los curas que este año celebran el cumpleaños de la ordenación: Mn. Joan Cros, el 75; Mn. Pedro Artigas, Mn. Vicenç Fiol, Mn. Josep Planas y el padre carmelita Francesc Jordà, el 50; y Mn. Jordi Font, el 25º.
