(crónica de Meritxell Valentí)
El pasado 14 de agosto tuvo lugar en la catedral el primer velatorio en conmemoración en los días de acogida de la JMJ. Hace un año las calles de Girona se veían inundadas por cerca de 6200 jóvenes venidos de todo el mundo y unos 500 voluntarios y familias de acogida dispuestos a servir a todos los venidos. Nosotros les acogimos, les facilitamos todo lo que teníamos a nuestro alcance, les acompañamos y, sobre todo, compartimos vivencias juntos. Fue una experiencia muy enriquecedora por ambos lados, ellos aprendieron cosas de nuestra cultura y viceversa.
Hay que dar gracias por aquellos duros pero gratificantes días de trabajo y convivencia intensos, por todo lo que nos han traído y todo lo que nos traerán; porque este año que iniciaremos será el año de la Fe y nos esperan muchas más celebraciones y actividades para profundizar en nuestras creencias, para crecer y disfrutar juntos a pesar de los momentos difíciles que estamos viviendo. Y qué mejor manera que reunirnos a todos voluntarios, familias de acogida y personas de la diócesis en el claustro de la catedral celebrando la eucaristía como hicieron los jóvenes que pasaron por nuestras tierras hace un año. Una vigilia presidida por nuestro señor Obispo, dirigida a Nuestra Señora, a la que le ofrecimos nuestras ofrendas personales cuyos pétalos se repartieron al inicio de la celebración, donde el incienso y la luz también jugaban un papel muy importante. Un velatorio para recordar que no es suficiente con mirar el pasado sino que hay que mirar adelante, todo lo que nos espera y todo el trabajo que todavía tenemos por hacer, es necesario continuar y no olvidar el verdadero sentido, el por qué lo hacemos y la fe que nos une.
