En su homilía de la Misa Solemne de San Narciso, que ha tenido lugar esta mañana en la Basílica de San Félix de Girona, Mons. Francisco Pardo ha compartido con todos los gerundenses una amplia reflexión sobre la significación hoy del "testimonio de la Iglesia y de cada uno de los cristianos".
En este sentido, ha querido destacar que "Catalunya vive una etapa de su historia que requiere serenidad, capacidad de buscar puentes para construir, esfuerzo para no marginar y excluir, acuerdos pensando en el conjunto de los ciudadanos y no sólo en la ideología del propio grupo". Asimismo, ha instado a todo el mundo a valorar más "lo que nos ha unido, que nos une y que nos puede unir, y no lo que nos separa".
Ante la multitud de fieles asistentes y de diversas autoridades como el alcalde de Gerona, Carles Puigdemont; el presidente de la Diputación de Girona, Pere Vila; representantes de la Generalidad de Cataluña y del Gobierno español; así como de otras instancias públicas, el obispo de Girona ha afirmado que la Iglesia se ha mostrado siempre experta en humanidad, y que también ahora "necesitamos de nuevo ponernos a disposición de servir esta nuestra tierra querida de Cataluña en todo lo que sea necesario desde nuestra misión: estimular actitudes evangélicas, acompañar, necesitar más, espiritualmente, siempre personalmente -especialmente". Asimismo, ha remarcado la necesidad de mirar más allá de nuestro país y tomar conciencia del drama de los refugiados que asola Europa: "Los mensajes que recibimos para impedir su entrada, nos deben dejar muy preocupados". Y ha advertido del peligro de que la Europa civilizada caiga en la deshumanización: "hemos dejado de escuchar la gran pregunta de Dios: ¿qué has hecho de tu hermano?"
Mundos. Pardo, que ha concelebrado la misa junto al obispo emérito de Girona, Mons. Carlos Soler, el gerundense Mons. Màrius Busquets, obispo emérito de Chuquibamba (Perú) y numerosos presbíteros de la diócesis, ha repasado también diversas cuestiones que han marcado la Iglesia y la sociedad en los últimos meses, como el Sínodo de la Familia que ha finalizado recientemente en Roma, el hito del Año de la Misericordia 8 impacto de la encíclica Laudato, Sí, del papa Francisco.
Ante estos retos ha animado a todos los creyentes a continuar "la misión que Jesús nos ha confiado, y de la que San Narciso fue un testimonio significativo". En este sentido, el obispo Francisco ha destacado que la Iglesia ofrece una propuesta de liberación y de felicidad que se fundamenta en el aprecio a las personas y al mundo, y que se muestra en la actitud de acogida y en el espíritu de servicio y de compromiso "con la verdadera humanización y realización de pueblos y personas".
Por último, ha instado a afianzar el anuncio del Evangelio, la celebración de los sacramentos -especialmente la necesidad de la misa dominical y del perdón, centrales el próximo Jubileo de la Misericordia-; y la prioridad de los pobres, marginados y refugiados, "tanto los que están entre nosotros como los que están en nuestras fronteras".
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