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Oficina de Comunicación del Obispado de Girona

Martes 27 de Marzo de 2018

El obispo Francisco afirma que los retos de futuro no deben tapar la vitalidad de nuestra Iglesia diocesana.

Este martes santo, la Catedral de Gerona ha acogido como cada año la misa crismal. Se trata de la celebración en la que el obispo bendice a los santos óleos de los catecúmenos y de los enfermos, y también consagra el crisma que a lo largo del año será utilizado para los bautismos, las confirmaciones y las ordenaciones presbiterales que se lleven a cabo en nuestra diócesis. Durante la misa crismal los presbíteros también renuevan públicamente las promesas que el día de su ordenación hicieron ante el obispo y el pueblo cristiano. Se trata, por tanto, de un momento central de comunión fraterna, en el que se pone de manifiesto el compromiso personal y eclesial que comporta el ministerio sacerdotal.
En su homilía , el obispo Francisco ha querido resaltar precisamente los retos y las dificultades del contexto social, cultural y religioso en el que hoy los curas ejercen el anuncio, la acogida y la celebración de la vida cristiana en medio del mundo: «Somos conscientes y sufrimos los preocupantes índices de descenso de la práctica religiosa –sobre todo indiferencia de muchos bautizados, las dificultades por el relevo en el ministerio ordenado, las pocas vocaciones a la vida consagrada –sea contemplativa, sea activa–, y la fractura de la cadena de transmisión de la fe... Esta situación, en cierto modo nueva, no debe ser motivo para valorar negativamente todo el trabajo pastoral que hemos realizado en los últimos años como si mayoritariamente hubiera sido. No ha sido estéril, pero sí puede recordarnos aquella expresión de los discípulos a Jesús: "Nos hemos afanado toda la noche y no hemos pescado nada"».
Ante la tentación de los resentimientos, del desánimo o de buscar responsables, ha afirmado que «necesitamos humildemente reconocer, cada uno de nosotros, nuestras incoherencias, limitaciones, y sobre todo situarnos de nuevo como portadores de la Buena Nueva de la salvación, en el contexto cultural e institucional de hoy, marcado por la emergencia del pero la y de sentido».
Finalmente, el obispo Francisco ha propuesto encarar siempre el futuro con esperanza, pidiendo reconocer, valorar y no olvidar la vida de las comunidades y de los cristianos que mantienen firme la fe, la esperanza y que aman de verdad: «Que los retos que se nos plantean no nos hagan olvidar la vitalidad de nuestra Iglesia.
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