
Este año 2020 se conmemora el 25 aniversario del Concilio Provincial Tarraconense, un gran evento eclesial en nuestra casa celebrado entre los meses de enero y junio de 1995. El Concilio fue inaugurado en la Catedral de Tarragona el día 21 de enero de 1995, día en que la ciudad celebraba la solemnidad ure solemnemente en la misma Catedral el día 4 de junio de ese mismo año. Tomaron parte las ocho diócesis con sede en Cataluña que había entonces: Tarragona, Gerona, Lérida, Solsona, Tortosa, Urgell, Vic y Barcelona, esta última participando con una autorización especial de la Santa Sede de la que dependía directamente.
Con motivo de esta conmemoración se ha creado una página web ( www.25cpt.tarraconense.cat ) en la que se podrá encontrar toda la información relativa a esta efeméride como artículos, noticias, fotografías o documentación.
Desde el principio, la preparación del Concilio Provincial tuvo una dimensión claramente evangelizadora y espiritual. El arzobispo Ramon Torrella, en la presentación de la Consulta previa sobre posibles temas para conocer los anhelos y esperanzas del pueblo de Dios, expresaba: «Os pido que valoren cada uno de los posibles temas con espíritu de discernimiento y oración. Examinamos nuestras motivaciones: que no nos mueva más que el amor a Cristo y el bien de las personas, y preguntémonos qué pide el Espíritu a nuestras Iglesias».
El Concilio Provincial Tarraconense de 1995 "fue un intento noble y sincero de profundizar en los principios doctrinales y en las intuiciones y propuestas pastorales del Concilio Vaticano II y de aplicarlas en los obispados con sede en Cataluña", como escribió Mons. Carlos Soler, obispo emérito de Girona.
Las finalidades del Concilio quedaban bien especificadas en el edicto de indicción del 29 de noviembre de 1992:
Tras la amplia consulta hecha sobre los temas del Concilio Provincial, en la que participaron más de sesenta mil personas, y teniendo presente las finalidades señaladas en el anuncio del Concilio, se decidieron los siguientes cuatro temas: Anunciar el evangelio en nuestra sociedad; la Palabra de Dios y los sacramentos en nuestras Iglesias; la solicitud por los más pobres y marginados y la comunión eclesial y la coordinación interdiocesana.