“La muerte no tiene la última palabra, Cristo ha vencido a la muerte”, con esta esperanza el obispo Francisco presidió el sábado la Eucaristía en la catedral, concelebrada con los canónigos Joan Baburés y Joan Naspleda y Mn. Sebastià Aupi, de la Delegación de Pastoral de la Salud y en misión en el hospital Josep Trueta de Girona.
La Misa estaba en sufragio y memoria de los fieles diocesanos que nos ha dejado en el transcurso de la actual pandemia, de acodo con una iniciativa de la Conferencia Episcopal Española. Estaban especialmente convocados los familiares de las personas que nos ha dejado estos últimos meses no sólo víctimas del coronavirus, también por otras causas, pero que sus exequias, como ha recordado Mons. Francisco Pardo, se han visto condicionadas por la normativa que restringía hasta tres asistentes la asistencia en los momentos más críticos del confinamiento.
El obispo agradeció repetidamente el trabajo de los profesionales sanitarios y también el del personal de los servicios básicos, que han permitido garantizar el funcionamiento de las estructuras clave de la sociedad. Hizo una especial memoria de los presbíteros diocesanos que han acompañado a las familias en esta difícil etapa, igualmente a los religiosos y religiosas, singularmente a los que atienden a la sanidad ya las personas mayores ya los voluntarios que generosamente han ayudado a los servicios parroquiales y de atención social.
"Nuestra esperanza es y está en Jesucristo", señaló el prelado, añadiendo: "sólo podemos confiar en Jesús, pues ciertamente ha resucitado de la muerte como haremos todos los que criamos en Él-
El obispo Francisco agradeció la presencia de representantes de las instituciones civiles y recordó que el virus sigue como lo demuestran en rebrotes, por tanto, recomendó a los fieles seguir las instrucciones de las autoridades sanitarias y ser conscientes de nuestras responsabilidades ver la sociedad.
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