bisbat de girona
imatge fons top

Noticias

Oficina de Comunicación del Obispado de Girona

Viernes 30 de Abril de 2021

Carta semanal del obispo Francisco (2/05/2021): «La cepa, los sarmientos, la uva, el vino»

Jesús, para manifestarse, se sirve de varias expresiones, y una que puede resultar sorprendente es la que dice: «Yo soy la vid y vosotros los sarmientos». Precisamente lo proclamaremos este domingo en las celebraciones.

Reconozco que, cuando me nombraron obispo y necesitaba diseñar un escudo, quise que en una de las particiones figurara una cepa.

Por eso me parece adecuado ofrecerles esta breve reflexión.

Somos tierra de vinos y de vinos muy buenos. También lo era la tierra de Jesús, y él entendía. Por eso habla a menudo del vino y de la viña, de las cepas y de los sarmientos. Confieso que, al ser tierras de viñedos desde mi nacimiento, siempre he pensado que la afirmación de Jesús hace referencia al fruto que debe dar la vid: la uva y el vino.

Pero, además, Jesús afirma que tenemos un viñador excepcional y único, Dios Padre, y que su gloria es que demos buen fruto.

En definitiva, el objetivo de esta afirmación debe ser que el fruto que demos sea el mejor vino que podamos saborear.

Sin embargo, a continuación Jesús se refiere a los sarmientos, que somos nosotros. Afirma, tal y como sabe por experiencia el campesino, que hay que podar o limpiar para que se vuele buen fruto.

Y ciertamente a menudo tenemos la experiencia de que Dios padre –el viñador– nos poda defectos, rutinas, perezas, talante y estilos de vida personales que puedan impedir dar buen fruto. Y nos quejamos porque esto nos duele, pero es necesario para asegurar el buen vino.

Pero, sobre todo, se insiste en que, si el sarmiento no está unido a la cepa, en modo alguno puede dar fruto. Si no hay unión con la cepa no hay uva, no hay fruto, no hay buen vino.

La condición para dar fruto es permanecer unidos a la cepa, es decir, unidos a Jesús, porque, como dice él mismo, «sin mí no podéis hacer nada». Sin la unión con Jesús no habrá vino que convierta la vida en una fiesta.

Algunos piensan que el «buen vino» que alegra la vida y que permite hacer fiesta no lo tiene Jesucristo, no lo vivimos los cristianos, sino que quizás lo tienen otras propuestas pretendidamente salvadoras, porque por el color externo, el etiquetado brillante, la propaganda de marketing... son muy atrayentes.

Pero debemos pensar en nosotros, cristianos, y entender que quizás nuestra uva está marchita porque no nos dejemos podar, o porque no estamos bien unidos a Cristo, la cepa, al pensarnos que esto del buen fruto sólo depende de nosotros... Entonces sucede que cuando se prueba nuestro vino no acaba de satisfacer, no tiene el gusto que haría falta.

¿Cómo permanecer unidos a Jesús, en la vid verdadera? Dejándonos amar y amándole, recibiendo sus dones por los sacramentos y amando como él nos ama.

Y no nos asustamos cuando el viñador nos poda o limpie, porque esto es necesario para el fruto que hay que dar.

Si como sarmientos quedamos separados de la cepa nos secaremos y sólo serviremos para quemar.

Sin embargo, hoy tenemos que convertirse en buen vino, el vino mejor, si es posible, como aquel vino de Caná de Galilea que, gracias a Jesús, tiene la capacidad de hacer que la fiesta de la vida no se acabe mal, que los invitados participen, y que todos lo saboreemos.

Francesc Pardo Artigas,
obispo de Girona

Buscar
Historial
imatge fons bottom