
Celebramos este domingo la fiesta de la Santísima Trinidad, la fiesta de nuestro Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. La celebración nos sugiere la gran pregunta: ¿en qué Dios creo? O, si lo prefiere, ¿en qué Dios creemos los cristianos?
Aunque no parezca obvio, la gran cuestión de hoy y de siempre es la cuestión de Dios, porque es la pregunta por el verdadero sentido de la vida, por el origen, por el destino, por la salvación. En definitiva, es la pregunta por la humanidad, por su existencia y por su futuro. Pero hoy la cuestión es también cómo puede llegar el misterio de Dios a ser Buena Noticia –Evangelio– para nuestra sociedad, es decir, algo nuevo y bueno para los hombres y mujeres de hoy y de todos los tiempos. ¿Qué es necesario para que Dios pueda ser experimentado como Buena Noticia y como Dios Trinidad, Triunidad?
Pensamos que, en Europa, el ambiente desde el que se plantea la cuestión de Dios no es el de una sociedad pagana, sino de una sociedad que está de regreso del cristianismo. La indiferencia religiosa actual se ha producido después de tener contacto con el cristianismo. Para un buen grupo de personas Dios ya no es una novedad, sino un discurso que no tiene ninguna incidencia en su vida. Más aún, algunos no guardan un buen recuerdo de su experiencia religiosa: el Dios que han conocido no ha sido liberador, fuerza y alegría por vivir, fuente de sentido y esperanza, sino alguien que hace la vida más dura y difícil de lo que ya es.
A quienes lo someten todo a las demostraciones verificables por la técnica, utilizar este criterio para la pregunta por Dios puede hacerles una mala jugada. Pueden pensar que lo que no entienden, no manipulan o no demuestran empíricamente no es importante para la vida.
Otros, mayores y jóvenes, se preguntan por qué creer en Dios. ¿Creer en Dios cambia nuestra vida? Y quizá la respuesta sea: «Yo no lo necesito».
Pero, al mismo tiempo, la pregunta por Dios es una cuestión abierta. Si estamos atentos a la vida, a las manifestaciones religiosas de muchas personas, al fenómeno de la atracción de algunas religiones orientales, de la búsqueda de algún tipo de espiritualidad en la literatura, en el cine... descubrimos que existe el deseo de una búsqueda de Dios.
La vida de toda persona sigue siendo un misterio lleno de interrogantes, que a la corta oa la larga llevan a preguntarse por Dios; por la búsqueda de felicidad, por el destino de cada uno, por el sentido de la vida, por el amor, por la realización personal... Quizás algunos todavía no se lo plantean, pero la pregunta está viva y desgarradora, sobre todo en los momentos de constatación de la fragilidad y de la limitación humanas.
Esta fiesta de la Trinidad proclama que Dios nos ha abierto su libro. Dios, por medio de Jesucristo, se nos ha dado a conocer como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dios trinidad, un solo Dios en comunión.
Creemos en Dios, pero no en un dios desconocido, sino en el Dios que se nos ha dado a conocer porque nos ama. Jesús lo vive, lo enseña y lo atestigua con la propia vida, muerte y resurrección.
Francesc Pardo Artigas,
obispo de Girona