
Participación diocesana en el Sínodo de obispos
El papa Francisco presidió en Roma, el pasado domingo, día 10 de octubre, la inauguración del Sínodo de obispos, que terminará en el 2023 con la asamblea sinodal en el Vaticano.
Este domingo, día 17, celebramos la apertura del Sínodo en todas las diócesis del mundo con una reflexión y la celebración eucarística presidida por cada obispo diocesano. En Girona, concretamente, se realizará a las 5 de la tarde, en la Catedral.
Cabe preguntarse por qué este Sínodo dura tanto tiempo: desde este octubre hasta la asamblea de octubre del año 2023, en Roma. Por eso el Papa desea que participe en este Sínodo todo el pueblo de Dios desde cada obispado, pasando por las conferencias episcopales de los estados y de los continentes, hasta la asamblea final, más reducida, con la participación de obispos escogidos y también de algunos laicos y religiosos.
Fase de las Diócesis
Esta fase de consulta en nuestra Diócesis consistirá en el estudio de un documento enviado desde Roma, con un cuestionario y un vademécum. Sobre todo es necesario que trabajen los consejos pastoral diocesano y presbiteral, el colegio de arciprestas, los consejos pastorales parroquiales y arciprestales constituidos que lo deseen, las delegaciones, los movimientos y las asociaciones de apostolado.
Tenemos tiempo hasta el mes de marzo para realizar el trabajo de reflexión y presentar propuestas operativas. Estudiadas todas las aportaciones, la clausura de la consulta en la Diócesis se realizará con una reunión presinodal, que será el momento culminante de la fase diocesana. Durante el tiempo de reflexión se decidirá el formato de esta reunión presinodal.
Una vez terminada la fase diocesana, las aportaciones serán enviadas a la Conferencia Episcopal ya sus organismos para que reflexionen a partir de las aportaciones diocesanas. Sin embargo, nuestras aportaciones también serán enviadas a la Secretaría del Sínodo de Roma. Esta fase durará hasta abril de 2022.
¿Qué es un Sínodo? ¿Qué significa una Iglesia sinodal?
No hace muchos días, en una reunión telemática, unos voluntarios me preguntaron qué era un sínodo. La palabra «sínodo» significa «andar juntos», en nuestro caso como Iglesia: los laicos, los pastores, el obispo de Roma... De algún modo es el ejercicio de la comunión en la misión de la Iglesia. Esta forma de ser y de hacer es el camino que Dios nos ha señalado desde el Concilio Vaticano II y que hoy, en el tercer milenio, se nos pide profundizar y concretar, tal y como desea el papa Francisco. Ese camino de la sinodalidad es fácil de anunciar, pero no es tan fácil de poner en práctica.
La sinodalidad es esencial en la Iglesia. Forma parte de su constitución y se orienta a la evangelización.
Recordemos lo que escribe san Pablo en la carta a los corintios: «Cristo es como el cuerpo humano. Es uno, aunque tenga muchos miembros, puesto que todos los miembros, aunque sean muchos, forman un solo cuerpo». Por eso el Papa desea ahora que muchos de estos miembros participemos en este trabajo de reflexión sobre todo lo que exige hoy la sinodalidad en la Iglesia.
El Sínodo de los obispos en Roma en 2023 será el momento de escuchar al Espíritu Santo, que habrá hablado por la reflexión de todo el Pueblo de Dios, y será también el momento de tomar las decisiones necesarias.
Francesc Pardo Artigas
Obispo de Girona