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Oficina de Comunicación del Obispado de Girona

Viernes 26 de Noviembre de 2021

Carta semanal del obispo Francisco (28/11/2021): «Adviento: tiempo para reavivar la esperanza»

Hace unos años, en una predicación dominical –era al principio del tiempo de Adviento– me esforcé por comunicar que hay que vivir con esperanza, porque si no la vida pierde el sentido y la alegría. Al terminar la Misa, un hombre, que en los últimos tiempos había sufrido mucho a causa de problemas familiares, profesionales y de salud, me dijo que yo era muy optimista, pero que él ya no esperaba nada. De alguna manera manifestaba que cuando las cosas funcionan puedes tener esperanza, pero cuando el mundo te cae encima ya no tienes ningún motivo para tenerlas.

Por eso me he preguntado qué debe significar para nosotros "esperar" en este tiempo de silencio sobre Dios, de constatación de los pecados de nuestra Iglesia, de crisis económica provocada por la COVID-19, de cambios culturales y sociales profundos, de cuestionamiento de algunos valores que han fundamentado la convivencia, de desconcierto sobre lo que es importante. Pero, al mismo tiempo, recuerdo muchos hechos de solidaridad, de servicio, de acompañamiento a personas, de fortaleza en los sufrimientos, de confianza en Jesucristo, de convicción del amor de Dios.

He constatado en muchos momentos desánimo, desconcierto, y no esperar más que aumentar los bienes para asegurar la vida, una buena salud y pasarlo bien.

Sin embargo, la esperanza de los cristianos no se fundamenta en un temperamento optimista, ni en los logros puntuales, ni en la ausencia de dificultades. No se trata, pues, de optimismo ni pesimismo.

¿Qué esperamos los cristianos? ¡Pues esperamos Jesucristo!

Esperamos que Jesucristo, El Salvador, que ya se ha encarnado en la historia humana, vuelva glorioso para llevar a plenitud la salvación que nos ofrece con su vida, muerte y resurrección.

En definitiva, esperamos que la historia de cada uno y de la humanidad terminará bien, y muy bien, porque acabará con Dios.

Fundamentamos esta esperanza en la venida primera de Jesús como hombre, que nos disponemos a revivir en Navidad con la actitud de esperanza de los justos, de los profetas y sobre todo de María, su madre.

Fundamentamos nuestra esperanza en la vida, muerte y resurrección de Jesús, que es ya la victoria sobre el mal, el pecado y la muerte.

Nos mantenemos en esta esperanza gracias al Espíritu que hemos recibido ya la Iglesia, nuestra Iglesia, que es el pueblo de la esperanza en la historia.

Es cierto que esperamos el retorno glorioso de Jesucristo para llevar a plenitud la salvación, pero esa salvación ya la vivimos en nuestra vida y en nuestra historia.

Precisamente porque esperamos la salvación y hemos empezado a vivirla, nuestro compromiso es luchar contra todo mal, contra toda injusticia –en definitiva, contra el pecado–, para asegurar la vida con dignidad, libertad, fraternidad entre todas las personas y entre todos los pueblos, tal como Dios quiere. Sin embargo, es cierto que la lucha la hacemos con la convicción de la victoria final de nuestro Dios y de nuestra participación en esta victoria.

Esta lucha o compromiso se realiza en las responsabilidades eclesiales, laborales y familiares, en la proclamación del Evangelio, en los servicios más humildes, por las obras de misericordia, colaborando hasta conseguir estructuras sociales y políticas más justas.

Durante el Adviento reavivaremos la virtud de la esperanza y nos esforzaremos por comunicar esta esperanza a las personas que hacen con nosotros el camino de la vida.

Francesc Pardo Artigas
Obispo de Girona

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