La Catedral de Girona acogió, ayer domingo, 17 de julio, la ceremonia de ordenación de los diáconos permanentes Mn. Joan Puig i Rigau y Mn. Albert Gelis i Torró. Fue presidida por el arzobispo de Tarragona, Mons. Joan Planellas, y concelebrada por una veintena de presbíteros de nuestro obispado, encabezados por el administrador diocesano, Mn. Lluís Suñer, el presidente del Capítulo, Mn. Jaume Julià, el párroco del Seminario, Mn. Jordi Font, miembros del Capítulo y de las parroquias del Pla de l'Estany y la Garrotxa donde servirán los ordenados. Fueron asistidos por siete diáconos permanentes.
Servidores de todos, especialmente de los pobres
“Los diáconos sois servidores porque sois creyentes”, manifestó, en su homilía, el arzobispo Planellas, quien evocó el texto evangélico en el que son elegidos los siete primer diáconos, con dedicación especial a los pobres y desvalidos, misión que sigue como eje central del diaconado. Recordó también que los diáconos, desde sus orígenes, surgen de la propia comunidad que comparte una misma fe y, por este motivo, los diáconos apoyan a la gente, especialmente de quienes más necesitan ayuda y apoyo. Con este servicio, los diáconos son testigos vivos de la misión de la Iglesia. Un testimonio que, precisamente, la sitúa en la propia sociedad de la que han surgido las vocaciones para ofrecer este servicio.
El símbolo que reciben los diáconos es, de hecho, el Evangelio, que responde a lo que se proclama en la oración de ordenación: "Señor, estoy aquí".
Ceremonia de ordenación
Al finalizar la homilía se inició la liturgia de la ordenación. Los candidatos, frente al prelado, respondieron a las cuestiones sobre su compromiso. Prostrados en el suelo, seguían la recitación de los salmos y las invocaciones de los santos y santas. Con la imposición de las manos y la bendición episcopal, los compañeros diáconos los revistieron con sus respectivas dalmáticas.
En nombre de los dos ordenados, Mn. Joan Puig dirigió a los presentes unas palabras de agradecimiento, que fueron acogidas con aplausos de los fieles. A la salida del presbiterio, los nuevos diáconos y el arzobispo de Tarragona saludaron a los presentes.
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