
El miércoles 10 de agosto tuvo lugar en el monasterio de Sant Llorenç de Sous (Albanyà, Alt Empordà) uno de los actos centrales de los 1.100 años de esta abadía benedictina (922-2022), con motivo de la festividad de su patrón. La Sala Capitular acogió la celebración de la misa, que fue presidida por el párroco de la parroquia, Mn. Jordi Font, y concelebrada por una decena de presbíteros, acompañados por cuatro diáconos y tres seminaristas.
En la homilía, Mn. Jordi alabó a la comunidad que se estableció en aquel lugar –“uno de los espacios más idóneos de la montaña del Monte”- con el objetivo de “convertir esta aparentemente zona desértica en un jardín” para “aprender a hacer morir al hombre viejo para convertirse en hombre nuevo y llegar así al nuevo Adán”. Puso de relieve la experiencia de "habitar humanamente este espacio respetándolo de manera ecológica" y subrayó la importancia de la acogida, indicando, sin embargo, que "uno no puede acoger si antes no se sabe recoger". En este sentido, mencionó la afabilidad, el silencio y la escucha como frutos de una intensa vida de oración.
También tuvo un recuerdo especial por el obispo Francisco, que habitualmente participaba en la celebración de ese día. Él solía mencionar una anécdota que se atribuye a san Lorenzo, que explica que en el marco de su labor como administrador de bienes de la Iglesia en Roma en una ocasión le preguntaron por las riquezas de la Iglesia y él respondió, señalando a unos pobres: “Todos ellos son la riqueza de la Iglesia”.
Por último, Mn. Jordi pidió que estos 1.100 años "no se pierdan en algo nostálgico, arqueológico o histórico, sino que nos ayuden a practicar la hospitalidad, carisma principal de la Iglesia, y que los benedictinos tomaron como sello".
Una vez terminada la celebración se hizo la bendición de los tradicionales panecillos -que se repartieron en el exterior-, se hizo el canto de los gozos y se veneró una reliquia del santo. Por último, el arqueólogo e historiador Joaquim Tremoleda, comisario de los 1.100 años, hizo una breve pincelada sobre la conmemoración de la efeméride. Todo el que lo deseó siguió la celebración con una comida de hermandad en el santuario de la Virgen del Monte.