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Oficina de Comunicación del Obispado de Girona

Miércoles 30 de Noviembre de 2022

Retiro de Adviento para presbíteros y diáconos en Solius

Ayer martes, 29 de noviembre, tuvo lugar, en la Casa Santa Elena de Solius, el receso de Adviento para presbíteros y diáconos de la diócesis. Bajo el título «El presbítero al servicio del pueblo sacerdotal», fue dirigido por el obispo auxiliar de Barcelona, Mons. Xavier Vilanova, quien animó a los asistentes a vivir con alegría y entusiasmo el ministerio.

Empezó la primera parte de la sesión poniendo sobre la mesa algunos aspectos a tener en cuenta para vivir mejor su vocación de servicio. «La historia del cura comienza con la llamada gratuita de Dios», afirmó, y precisó: «No es un encargo de la comunidad cristiana, sino que es Dios mismo quien elige quien quiere para el ministerio». En este sentido, señaló la importancia de que «la gente, cuando nos vea, pueda ver a Cristo», y remarcó que «es un don precioso vivir en alegría el hecho de sentirse llamado por el Señor».

«El presbítero, por la gracia de Dios, es un sanador herido», manifestó también, poniendo énfasis en estar en comunión con los obispos –«somos colaboradores necesarios y consejeros»– y en «compartir la misión con los demás presbíteros, porque nuestra vida es esencialmente comunitaria». También mencionó dos peligros con los que se pueden encontrar los presbíteros: «convertirse en funcionarios y la doble vida». Por otro lado, destacó que «el presbítero ofrece a toda su persona para que Dios se haga presente y actúe a través de Él. No somos sustitutos. Cuando representamos a Cristo, Él está en nosotros». También hizo un llamamiento a la oración –«El presbítero debe ser hombre y maestro de oración. ¡Cómo cambia nuestra vida, entonces!»– ya un mayor entusiasmo a la hora de evangelizar.

Después de un rato de oración personal se reanudó la sesión. El obispo Xavier animó a los asistentes a «mirar con ojos de fe al ministerio», e invitó a recordar la ordenación presbiteral: «Hay que volver a escuchar desde el fondo del corazón las palabras de ese día». También pidió «nunca acostumbrarse a lo que hacemos: la rutina es el gran peligro», ni a vivir el ministerio con desorden y carente de esperanza. Asimismo, señaló que “la subjetividad del presbítero puede matar la vida de la parroquia. La comunidad es del Señor». Y en este sentido, observó que es necesario tener presentes las motivaciones del ministerio: «Debemos llevar a la gente hacia Cristo, no hacia nosotros. No debemos ser autorreferenciales».

«Anunciar el Evangelio comporta unas exigencias», afirmó también, e indicó que «el principio de encarnación debe ser la marca sacerdotal». «Debemos entrar en comunión con la gente. Es necesario humanizar nuestro ministerio. Que puedan reconocernos como levadura en medio de la masa», manifestó. Cerró la segunda parte del retiro poniendo como ejemplo a María, «la primera servidora del pueblo de Dios».

A continuación tomó la palabra el administrador diocesano, Mn. Lluís Suñer, quien dio a conocer diversas informaciones diocesanas, entre ellas la entronización de la Virgen de Montserrat en la Catedral de Girona, que tendrá lugar el jueves 8 de diciembre, y que será presidida por el P. Josep Maria Soler, abad emérito de Montserrat; los preparativos para la participación en la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa, que se celebrará el próximo verano; y los trabajos de la etapa continental del Sínodo, que detalló Mn. Juan M. Amich. También se tuvo un recuerdo especial para el obispo Francisco y los otros presbíteros y diáconos que nos han dejado durante los últimos meses, quienes están enfermos y quienes han sido ordenados recientemente. Seguidamente se hizo la celebración de la Palabra y una comida de hermandad.

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