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Oficina de Comunicación del Obispado de Girona

Domingo 29 de Octubre de 2023

Homilía del administrador diocesano, Mn. Lluís Suñer, con motivo de la Misa de San Narciso

Os ofrecemos el saludo inicial y el texto completo de la homilía que ha pronunciado esta mañana el administrador diocesano, Mn. Lluís Suñer, durante la Solemne Misa Mayor de San Narciso, patrón de la ciudad de Girona y de la diócesis. La celebración ha tenido lugar en la basílica de San Félix de Girona.

Saludo inicial

Sea todos bienvenidos. Y cuando digo todos, me refiero a todos: buenos amigos de Girona y cercanías; presidenta del Parlamento; representantes del Consistorio municipal; de la Generalitat, con el consejero de casa y la delegada del Gobierno; de la Diputación, con su presidente y diputado; otros representantes políticos, y también de la sociedad civil, de los cuerpos de seguridad y de emergencias... Gente del mundo de la cultura, de entidades religiosas, de la coral que nos acompaña; y curas concelebrantes. Sea todos bienvenidos para celebrar la fiesta de nuestro patrón.

Bienvenidos también quienes nos están siguiendo a través de Televisió de Girona, entre ellos nuestro obispo emérito Carles Soler.

Y lo celebramos de una forma no habitual: a las puertas de recibir a un nuevo obispo, algo que parece inminente. Y que hace que abramos los corazones para acogerlo de la mejor forma posible.

Como Iglesia, la fiesta de hoy nos viene marcada por la tristeza. Además de los conflictos que se imponen en nuestro mundo, nos duelen especialmente los abusos que nos afectan y que son inaceptables. Debemos pedir perdón, una vez más, y reconocer que la Iglesia debe saber estar siempre al lado de los más vulnerables, de los más necesitados. Y por eso trabajamos.

Hoy, en el ámbito de la Iglesia universal, se cierra en Roma la tercera fase de este Sínodo que nos hace sentir Iglesia sinodal. Ha sido un trabajo de camino juntos, en el que nuestra Iglesia diocesana ha participado mucho, enviando propuestas y sugerencias. Este Sínodo tendrá continuidad en octubre 2024 para reanudar los puntos aventajados.

Ahora, antes de empezar la celebración, hacemos momentos de silencio para reconocer que no siempre hemos sido hombres y mujeres de bien.

Homilía

Queridos gerundenses y gerundenses, estamos a las puertas de recibir un nuevo obispo, y por este motivo permítanme que la homilía de hoy tenga un cariz más catequético para prepararnos para acogerlo desde la fe y la esperanza. Supongo que aquellos de vosotros que están un poco lejos del hecho eclesial me perdonarán y comprenderán mis razones para que no haga mención de los hechos sociales y ciudadanos que estamos celebrando: las Ferias y la ciudad. Hoy hablaré de nuestro patrón: san Narciso. A san Narciso le veneremos como mártir y como obispo.

Mártir, para los creyentes, significa ser un testimonio de Cristo. El mártir Narciso murió alrededor del siglo V durante la persecución de Diocleciano.

¿Nos lo sabríamos imaginar viviendo hoy entre nosotros? Transparentamos las épocas y los tiempos y hacemos un esfuerzo por imaginarlo cómo sería pisando nuestra ciudad y nuestros pueblos.

Narciso habría sido el hombre libre que aspiramos a ser todos nosotros.

Habría sido el hombre que no se asusta ante los obstáculos, porque sabe que a menudo son una manera de marcar el camino.

Habría sido el hombre que se conoce, que se aprecia, que se posee, y que por eso puede darse.

Un hombre que vive de Dios sin fantasías, pero que vive realmente de Dios. Y esto le exige vivir de los demás, con los demás y para los demás.

Un hombre que exhorta a la bondad y sabe que a veces él no es lo suficientemente bueno; que dice a los demás que hay que amar a todos, pero ve que muchas veces él no ama del todo. Un cristiano que no acaba de serlo del todo. Un hombre, por así decirlo, como todos nosotros.

Pero san Narciso –nos dice la tradición– fue también obispo, y nosotros lo festejamos como obispo de Girona. ¿Y cómo podemos imaginarlo viviendo hoy y haciendo de obispo entre nosotros?

Hubiera sido el obispo que nos acompaña día a día, con las rutinas y cansancios que con el paso de los años quizás nos han ido haciendo insensibles a muchas necesidades y poco atentos al entorno en el que vivimos.

El obispo que nos ayuda a abrirnos al futuro sin preocuparnos más de la cuenta por si somos muchos o somos pocos, ni por sentir nostalgia de un tiempo pasado que ya no está.

El obispo que nos ayuda a reavivar nuestras catequesis y celebraciones; para que Cáritas y los demás servicios, delegaciones y voluntariados eclesiales estén bien presentes en todos los rincones de nuestra diócesis y huelan a evangelio.

Un obispo cercano, arraigado en nuestra casa, que nos ayuda a ser auténticos, ya sentirnos denodadamente cristianos y cristianas en medio de una sociedad plural en la que una parte de los ciudadanos se consideran no creyentes, agnósticos o seguidores de otras confesiones.

Un obispo que nos acompaña en el compromiso con el medio ambiente para que podamos respirar un aire puro, cuidando la casa común (la Tierra), promoviendo hábitos respetuosos con el entorno, de modo que todo el mundo disponga de alimentos y todo lo necesario para vivir equilibradamente, con un consumo responsable de los recursos.

Un obispo que, ahora que estamos inmersos en guerras estremecedoras, sea un hombre de paz que nos ayuda a orar ya trabajar para ser constructores de paz ya crear una cultura de la paz.

Un obispo que nos ayuda, a quienes nos confesamos creyentes, a sentirnos Iglesia de Jesús, y que quienes no creen o piensan diferente puedan verlo como un buen vecino con una actitud dialogante, sabiendo compartir las aspiraciones y los interrogantes de todos los que hacemos camino por las calles de Girona.

Un obispo que nos ayuda a afrontar con firmeza los retos que tenemos planteados, ya hacerlo de tal modo que en ningún momento los problemas de cada día nos priven ni de perder el buen humor ni de poder dormir bien, porque para un creyente en Jesús no hay mal que sea infinito ni noche alguna que no tenga fin.

Ésta es mi manera de imaginar cómo el obispo Narciso haría de obispo hoy en nuestra casa, pisando nuestras calles y plazas.

Un hombre austero, sencillo, abierto a las necesidades de los más marginados de nuestra Girona, sean de casa o vengan de lejos. Y siempre un buen ciudadano que se esfuerza por ser un hombre de Dios y que nos ayuda a buscar a Dios.

Un obispo como otros muchos obispos, como el que esperamos, que seguro nos ayudará a vivir el presente con coraje y el futuro con esperanza.

Por último, permítanme felicitarse a todos. Que tengan unas buenas Ferias y que el obispo Narciso nos anime a hacer de nuestra ciudad una ciudad abierta, acogedora, donde todos nos sentimos bien y nos respetamos unos a otros.

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