
La iglesia de Santa Susanna del Mercadal de Girona reunió, este pasado viernes, 8 de noviembre, a medio millar de personas con motivo de la misa de difuntos por las víctimas de la DANA en Valencia y Albacete convocada por el obispo de Girona, fray Octavi Vilà. Fue concelebrada por una quincena de presbíteros y asistidos por cuatro diáconos.
«Ante el dolor, ante la impotencia que provoca una catástrofe natural como la que se ha vivido en tierras cercanas a las nuestras, ¿nos surge la pregunta de dónde está Dios cuando ocurre todo esto? ¿Es que quiere nuestro mal?». Así iniciaba, el obispo de Girona, fray Octavi Vilà, su homilía. Y añadía: «Cuando se concreta una determinada realidad tan trágica como ésta que hemos vivido, la confianza se tambalea, la fe es cuestionada y pese a saber por la fe lo que sabemos, nos cuesta verbalizarlo y hacer un razonamiento preciso, nos cuesta poder explicar el porqué».
Seguidamente, señalaba que «la existencia de la muerte, como la del dolor, se convierte para nosotros en un gran misterio». Y advertía: «Nosotros no podemos responder por ahora a estas preguntas y seguramente nos equivocaríamos si quisiéramos hacernos jueces de Dios y de la historia». También puso de relieve que «el dolor y la consternación abren también hoy, en medio del barro y la destrucción, las puertas al amor». Y lo concretó alabando la «ola de comunión y de solidaridad» que ha ocurrido en forma de oración y ayuda material.
El obispo hizo también la siguiente petición: «Pedimos al Señor que esos hermanos y hermanas nuestras que han encontrado la muerte de forma repentina y arrebatada se despierten en el Reino y reciban el abrazo del Padre; que quienes los lloran y añoran encuentren consuelo. Que el recuerdo de lo que ha sucedido aleccione y espolee a quienes más les corresponde a prevenir con todas sus fuerzas y todos los medios a su alcance males como éstos y que para todos nosotros nos sea ocasión de mostrarles nuestro amor y crecer en la solidaridad».
En la parte final de su intervención recordó la imagen de Cristo yacente de Paiporta llena de barro, «símbolo de la encarnación y la presencia de Cristo entre los suyos, compartiendo su suerte» y cerró la homilía con unos versos a María, en su advocación de los Desamparados.
Los asistentes recibieron, al final de la misa, una estampa especial para la ocasión (DESCARGAR ESTAMPA) , precisamente con la imagen de Cristo yacente lleno de barro mencionado por el obispo. Todas las ofrendas recogidas durante la celebración se destinarán, vía Cáritas, para ayudar a los damnificados por los aguaceros.
Fotografías: Àngel Almazan