
La basílica de Santa María de Castelló d'Empúries se llenó ayer domingo, 2 de febrero, para acoger la celebración de la Presentación del Señor, de lo contrario conocida como la Candelaria. La misa fue presidida por el obispo de Girona, fray Octavi Vilà.
En su homilía, el obispo afirmó que «el día de la llegada del Señor del universo ya está aquí», pero que «no todo el mundo le reconoce». «Le reconocen tan sólo aquellos que se han mantenido de pie, como Simeón, un hombre justo y piadoso, y Anna, una mujer dedicada día y noche al culto de Dios con ayunos y oraciones. He aquí quienes están preparados y listos para recibir la revelación», señaló. El obispo recordó que «José, María y Jesús forman una familia observando con los preceptos que mandaba la ley de Moisés; hacen lo que les toca hacer: subir al templo para realizar la ceremonia de purificación de María y presentar, al mismo tiempo, al niño primogénito al Señor ofreciéndole un par de tórtolas o dos pichones».
Y añadió: «Dios escribe en la simplicidad de la historia humana el relato de nuestra salvación, lo hace de forma llana, sencilla, casi anónima, porque no ha llegado todavía la hora de la revelación y ésta queda limitada de momento a unos pocos escogidos: María, José, unos pastores que vigilaban el rebaño en la noche y unos maños. En este sentido, recordó que «la historia de la salvación no es sencilla, muestra de ello es que una espada de dolor traspasará el alma de María; porque la luz que se revela a las naciones es una bandera combatida, motivo de que algunos se levanten mientras otros caen. Lo escribe el papa Francisco en la bula de convocatoria del año Jubilar, el año del que esta basílica es templo donde ganarle».