Nuestro obispo Francisco con motivo de la celebración del Día del Seminario que se celebrará el próximo 20 de marzo, ha escrito el siguiente mensaje a los diocesanos de Gerona.
CARTA DEL OBISPO DE GIRONA CON MOTIVO DEL DÍA DEL SEMINARIO 2011
VOCACIONES DE HOY, PREVIERAS DE MAÑANA. “NO OS DIGO SIRVIENTOS, SINO AMIGOS”
Estas letras las dirijo a familias, chicos, parroquias, instituciones eclesiales, escuelas cristianas, movimientos...
Siempre necesitamos confiar en el Espíritu Santo, el gran don de Jesús a su Iglesia, pero no puede actuar eficazmente sino nos encuentra disponibles. Ésta es la constatación cuando pienso en el futuro de nuestra iglesia de Girona. Me doy cuenta de que la mayoría de presbíteros son mayores -la media de edad de nuestro presbiterio es de 70 años-, es necesario servir pastoralmente con curas en 400 parroquias y tenemos siete seminaristas, del todo insuficientes para afrontar las necesidades y las posibles bajas por enfermedad o jubilación.
En la Iglesia Católica el ministerio presbiteral es insustituible y del todo necesario. Al mismo tiempo, esta verdad teológica es una convicción de los fieles de las parroquias, sobre todo de aquellas que no pueden celebrar cada domingo la Eucaristía. En mis visitas a menudo los fieles me piden un cura para estar más atendido y poder celebrar Misa los domingos. Corto y raso, necesitamos curas y necesitaremos curas y, por tanto, necesitamos con urgencia jóvenes dispuestos a iniciar el proceso de preparación en el seminario.
La necesidad de curas es también urgente cuando los diáconos permanentes y los laicos asumen, cada vez más, sus responsabilidades en la misión eclesial. Las responsabilidades asumidas por los laicos en las actividades pastorales no merman la misión de los presbíteros, al contrario la hacen más necesaria.
¿Qué ha pasado y qué ocurre que vivimos un tiempo de penuria de vocaciones en el ministerio? Muchos analistas, pastores, teólogos analizan este hecho, que resulta preocupante en bastantes países de Europa. Las causas pueden ser diferentes y complejas y deseo recordar algunas de ellas para acentuar las pautas a seguir.
* Vivimos un cambio cultural muy importante, que somete a crítica, olvida y margina convicciones y valores asumidos mayoritariamente. Este cambio tiene repercusiones en las decisiones más importantes, en la forma de plantearme la vida y de vivirla.
* La poca valoración de la Iglesia entre los jóvenes. De hecho, esta cuestión se enmarca en la percepción de que “la religión” es poco importante para la vida. Y en cierta concepción -difusa y perceptible- que la fe es más del pasado y de los mayores, que de los jóvenes y de este tiempo.
* Debilitamiento de la espiritualidad cristiana en los adolescentes y jóvenes. No se ha cuidado suficientemente el acompañamiento personal, el aprendizaje de la oración, la participación en los sacramentos de la Eucaristía y de la penitencia.
* Las dificultades para una verdadera pastoral con los jóvenes que posibilite escuchar la invitación del Señor y darles respuesta. Estas dificultades están en relación con la debilidad de la vida de las parroquias y con la falta de presbíteros jóvenes dedicados a los niños ya la juventud.
* La poca valoración sociológica de la misión del presbítero y, quizás también, en algunas comunidades, la falta de reconocimiento eclesial. En una sociedad en la que los primeros valores a conseguir son el éxito inmediato, la mejor ganancia, el máximo placer y bienestar, el reconocimiento social... difícilmente la misión y el estatuto del cura se consideran importantes para dedicarle la vida y sentirse realizado.
* Ciertamente que también se valora la solidaridad, la justicia, el altruismo... sin embargo se concreta en compromisos puntuales o por un tiempo. Hace miedo y por un compromiso de por vida.
Las familias, los padres, pregúntese: ¿qué actitud tiene o tendrá si un hijo le platea ser cura? ¿Le apoyará de verdad y le ayudará?
Para concretar, interese por saber cuántas vocaciones al presbiterado han salido de su parroquia durante los últimos 15 o 20 años.
A pesar de estas y otras constataciones, es verdad que repunta un incremento de jóvenes que se plantean la vocación, e incluso que han iniciado el proceso de formación en los seminarios. Conociéndolos y hablando con ellos, entiendes por qué han respondido afirmativamente.
No es el momento de lamentarnos, sino de convertirnos todos afrontando con serenidad algunas de las causas apuntadas.
Las parroquias y comunidades debemos vivir la vida cristiana con más ardor, convencimiento y debemos valorar la misión del presbítero.
Los presbíteros debemos ofrecer un testimonio bien explícito y estimulante con nuestra vida. Debemos manifestar que somos felices y que nuestra vida tiene todo el sentido.
A todos los que educamos en la vida cristiana necesitamos vivir y fortalecer la espiritualidad cristiana por medio de la oración, los sacramentos, y la pedagogía de los servicios a los demás.
Debemos repetir, en relación al compromiso, que no debe tenerse miedo, porque contamos con la presencia de Jesús y la fuerza del Espíritu.
Estoy convencido de que Jesús sigue llamando e invitando.
Por eso, jóvenes, escucha la llamada, no se tapa las orejas: “Ven y os haré pescadores de hombres”, “a vosotros os digo amigos”, “haz esto que es mi memorial”. Confíe sin miedo en su gracia.
Joven, sólo tienes una de vida, busca gastarla con algo que valga la pena, que sea un valor de hoy, de mañana, de vida para siempre.
Y todos nosotros seamos transmisores de la invitación de Jesús de una forma clara y explícita.
El próximo domingo, recordando a San José, es el día del seminario. Oremos por las vocaciones, actuamos para hacer la propuesta y facilitar la respuesta, valoramos a los chicos que tenemos en el seminario y apoyamos, con el cariño, la oración y también con la colecta, su formación.
Seminaristas hoy, presbíteros de mañana. Joven, ¿te animas?
Gerona, 19 de marzo de 2011
FRANCISCO PARDO Y ARTIGAS
Obispo de Girona