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Oficina de Comunicación del Obispado de Girona

Miércoles 04 de Diciembre de 2019

Carta apostólica Admirabile signum sobre el significado y el valor del pesebre

Coincidiendo con el primer domingo de Adviento, y con su visita a Greccio -la localidad italiana donde san Francisco de Asís instaló el primer belén de la historia-, el papa Francisco firmó la carta apostólica “Admirabile signum” sobre el significado y el valor de esta tradición cristiana. Le ofrecemos unos fragmentos. Encontrará el documento completo en el siguiente enlace .

" El bello signo del pesebre, tan amado por el pueblo cristiano, causa siempre sorpresa y admiración. La representación del acontecimiento del nacimiento de Jesús equivale a anunciar el misterio de la encarnación del Hijo de Dios con sencillez y alegría. El pesebre es como un Evangelio vivo, que surge de las páginas de la Sagrada Escritura.

"Quisiera alentar la bella tradición de nuestras familias que en los días previos a la Navidad preparan el pesebre, así como la costumbre de ponerlo en los puestos de trabajo, en las escuelas, en los hospitales, en las cárceles, en las plazas... Espero que esta práctica nunca se debilite; es más, confío en que hubiese caído de allí".

"¿Por qué el pesebre suscita tanta sorpresa y nos conmueve? En primer lugar, porque manifiesta la ternura de Dios. Él, el Creador del universo, se baja a nuestra pequeñez. El don de la vida, siempre misterioso para nosotros, nos cautiva aún más viendo que Aquel que nació de María es la fuente y la protección de cada vida."

"De manera particular, el pesebre es desde su origen franciscano una invitación a "sentir", a "tocar" la pobreza que el Hijo de Dios eligió para sí mismo en su encarnación. lo con misericordia en los hermanos y hermanas más necesitados (cf. Mt 25,31-46).”

"El pesebre forma parte del dulce y exigente proceso de transmisión de la fe. Empezando desde la infancia y después en cada etapa de la vida, nos educa a contemplar a Jesús, a sentir el amor de Dios por nosotros, a sentir y creer que Dios está con nosotros y que nosotros estamos con Él, todos hijos y Dios en esto y de la Madre de Dios y de la Madre. brimos el corazón a esta gracia sencilla, dejamos que de la sorpresa nazca una oración humilde: nuestro “gracias” a Dios, que lo ha querido compartir todo con nosotros para no dejarnos nunca solos.”

(En la imagen, el pesebre de Casa Carles, sede del Obispado de Girona, de las pasadas Navidades)

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