
La basílica de San Félix de Girona se llenó hasta los topes el sábado 29 de octubre con motivo de la misa solemne de san Narciso, patrón de la ciudad y de la diócesis. Este año fue presidida por el administrador diocesano, Mn. Lluís Suñer, y concelebrada por 19 presbíteros, entre ellos, rectores de las parroquias de la ciudad, miembros del Capítulo de la Catedral y presbíteros de las comunidades religiosas. Los fieles llenaban la amplia nave basilical. Se habían instalado varias pantallas para facilitar el seguimiento de la celebración. Como es habitual integrantes de las corales de la ciudad participaron en los cantos litúrgicos. También estuvieron presentes, entre otros, la alcaldesa de la ciudad, Marta Madrenas, y concejales del consistorio, así como el presidente de la Diputación, Miquel Noguer; el consejero de Universidades e Investigación, Joaquim Nadal o el jefe de la oposición en el Parlament de Catalunya y ex ministro de Sanidad, Salvador Illa.
Los celebrantes llegaron en procesión al presbiterio, precedidos por los signos basilicales llevados por feligreses de la parroquia entonando el salmo 95, “Ven, ven, benditos de mi Padre”. Mn. Lluís Suñer saludó a los presentes, señalando que este año la diócesis está pendiente del nombramiento de un nuevo obispo, haciendo memoria del obispo Francesc, traspasado en último día del mes de marzo.
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Homilía de san Narciso (leer texto completo)
"La fiesta es algo más que un buen repique de campanas", remarcó Mn. Lluís Suñer, ya al inicio de su homilía, y añadió que "toda fiesta es inseparable de la celebración", valorando positivamente el sentido humano, social, cultural de estas celebraciones. "Lo festivo, bueno y amable para el ser humano, lo celebramos", pero diferenció celebración y diversión señalando que "lo que a menudo nos pasa es que estamos vaciando de sentido nuestra vida social y cultural, e incluso la vida cristiana". “Le estamos vaciando de contenido y nos encontramos con que a menudo no sabemos qué celebramos”, dijo, hasta el punto de que “a muchos conciudadanos les da igual que sea san Narciso, carnaval o Navidad”. En este punto planteó que una ciudad se construye con algo más que con planes de urbanismo o de movilidad: "Hacen falta valores y criterios válidos. Y los valores no se venden en ninguna área de supermercado ni los puede legislar ningún pleno municipal".
La última parte de la homilía se centró en el devenir de los nuevos gerundenses y gerundenses: "Si de verdad queremos construir un futuro para las nuevas generaciones debemos llenar de sentido la vida en todos sus diferentes aspectos: el trabajo, el amor, la sexualidad, el ocio, la política... la fiesta", y una fiesta ", y precisamente las fiestas deben ser ". Las fiestas deben vivirse más allá del “pan y circo” de los romanos, necesitamos “el pan del espíritu: criterios, cultura, valores como la justicia, la paz, el respeto, el bien”.
“Y a quienes profesamos creyentes en Jesús resucitado -añadió- se nos pide un poco más, precisamente que “seamos testigos de Jesús y de su Evangelio con palabras y hechos... y eso no es fácil. Como tampoco lo fue para los primeros testimonios de la fe en nuestro país: Narciso y Feliu y tantos otros.” Finalmente, afirmó que “no podemos ayudar a crecer a unas futuras generaciones sin pasado, es decir, sin raíces. Girona no es sólo la Girona de ahora sino el fruto de todos los que han vivido y pisado nuestra ciudad hasta el día de hoy”.
Al finalizar la eucaristía, celebrantes, autoridades civiles y fieles se trasladaron en procesión a la capilla de san Narciso, mientras se entonaban los gozos del mártir, con el tradicional estribillo: “Defiéndennos noche y día Narciso mártir del Señor”. Llegados a la capilla se pudo admirar la estola del santo y recoger el tradicional algodón bendito.