El arzobispo Joan Planellas preside la Misa Crismal

Por segundo año consecutivo, el arzobispo metropolitano de Tarragona, Mons. Joan Planellas, presidió la Misa Crismal en la catedral de Girona, oficiada la tarde del Martes Santo. Concelebraron con el prelado medio centenar de presbíteros diocesanos asistidos por una decena de diáconos. Numerosos fieles procedentes de las parroquias de nuestro obispado, venidos para recoger los santos aceites una vez bendecidos, llenaban el espacio de la nave central entre el órgano y el presbiterio donde, en un lugar destacado, se situaron las tres jarras con los aceites.

Homilía del arzobispo de Tarragona (leer documento completo)

Mundos. Planellas inició su homilía con un saludo especial a los presbíteros que celebraban su boda de oro sacerdotales, Mn. Jesús Calmo, el P. José M. Camprubí, Mn. Josep M. Castellano I Mn. Joan Triadó, y hizo memoria de Mn. Martirià Pla, que fue a la casa del Padre hace unos años. También se celebraba el cuarto de siglo de ordenados de Mn. Juan de Arquer, Mn. Santiago Parejo y Mn. Jordi Pou.

El eje central de la homilía fue el sentido de los conceptos Pueblo Santo y Pueblo de Dios, “una noción con un sentido marcadamente “subjetivo” o identitario”, para ir más allá desde la perspectiva del Concilio Vaticano II, que recuerda que “la Iglesia es, ciertamente también, Cuerpo de Cristo, pero el Concilio indica que “el santo y fiel de Dios”. También se refirió a la misión de los ministros ordenados, que es “de convertirse en maestros auténticos de todo aquello que no ha sido dado meramente a nosotros, sino que ha sido dado a todo el Pueblo de Dios”.

En la part final de l'homilia va agrair, en nom de la Conferència Episcopal Tarraconense, a tots els preveres i ordenats de la diòcesi el seu servei desinteressat, dedicació i disponibilitat pel sentit d'Església que tenen: “Us encoratjo amb entusiasme a renovar i a seguir endavant en la vostra vocació i en el vostre ministeri malgrat les dificultats de l'hora present, sobretot en aquest temps en què esperem amb delit el nou bisbe”. Precisamente, al inicio de sus palabras también tuvo un recuerdo por el obispo Francisco.

Renovación de las promesas sacerdotales y bendición de los óleos santos

La celebración siguió con la renovación de las promesas sacerdotales por parte de los presbíteros presentes. Al finalizar, y tras la presentación de las ofrendas, se procedió a la bendición de los aceites de los enfermos, el de los catecúmenos y la consagración del crisma. La Eucaristía siguió hasta que después de la bendición solemne, los santos óleos se trasladaron en procesión hasta la capilla Gregoriana. Ya retirados los celebrantes, los representantes de las parroquias recogieron la parte que les corresponde para atender a las celebraciones y administraciones sacramentales del año.