
«Buen maestro, ¿qué debo hacer para poseer la vida eterna?» (Mc 10,17)
Ya sabemos lo que dicen los mandamientos. Sabemos que nos mandan no matar, no cometer adulterio, no robar, no declarar en falso, no cometer fraude u honrar al padre y la madre. Si todos cumpliésemos estos preceptos nuestra sociedad sin duda mejoraría notablemente, porque desaparecerían los crímenes, los robos, los fraudes y la mentira, y ya eso sería de por sí una gran conquista. Pero si Jesús nos pide una ética de máximos, nosotros no llegamos a cumplir unos mínimos. Ya ni nos pasa por la cabeza la segunda parte de lo que este domingo nos propone Jesús como plan de vida: dejarlo todo y seguirle.
Pero la historia de la Iglesia está llena de ejemplos de hombres y mujeres que, cumpliendo los mandamientos, han sido capaces de dejarlo todo y seguir a Cristo. Y en este seguimiento muchos de ellos han dejado su vida. No son personajes distintos a nosotros. Son simplemente gente consecuente con lo que cree y gente que sabe ciertamente que a Cristo vale la pena seguirle, y que para seguirle vale la pena dejarlo todo.
Es verdad también que la Iglesia está formada por hombres y mujeres imperfectas, que a menudo no damos la talla e incluso dañamos a la Iglesia con nuestras acciones, alejándola de lo que Cristo quisiera para ella. Como decía el papa Francisco en su reciente viaje a Bélgica: «En esta permanente coexistencia entre santidad y pecado, entre luces y sombras, vive la Iglesia, con resultados de gran generosidad y espléndida dedicación, ya veces, lamentablemente, con la irrupción de dolorosos antitestimonios. Pienso en los dramáticos casos de abusos de menores, un flagelo que la Iglesia está afrontando con decisión y firmeza, escuchando y acompañando a las personas heridas e implementando un amplio programa de prevención en todo el mundo» (Laeken, 27 de septiembre de 2024).
Escoger entre hacer el bien o provocar el mal está en nuestras manos. Dios nos ha hecho libres para decidir y para obrar, pero esto no es excusa para obrar mal, porque todos sabemos exactamente cuáles son los mandamientos y qué significa seguirlos y cumplir las enseñanzas de Cristo.
En estos días en que está reunida la Asamblea Sinodal que trata sobre la sinodalidad dentro de la Iglesia, es bueno que hagamos un esfuerzo e intensifiquemos nuestra oración por la Iglesia de Cristo, de modo que la tarea de quienes la formamos se acerque cada día más al bien y se aleje del mal, cumpliendo así lo que el buen maestro nos pide de lo que nos pide. Éste es el camino para que en el mundo futuro obtengamos la vida eterna.
+ fray Octavio,
obispo de Girona