
Banyoles vivió, el pasado sábado, 19 de octubre, la fiesta de San Martiriano, patrón de la ciudad, con el oficio solemne presidido por el obispo fray Octavi, y acto seguido con la presentación del libro del abogado Carles Mascort sobre la recuperación de las piezas de la arqueta.
La misa se celebró en el Monasterio de Sant Esteve de Banyoles. El obispo Octavio alabó la figura del mártir san Martiriano, del cual, dijo: “No murió en vano, no murió por nada, su vida alcanzó un sentido lleno con su muerte, una muerte coherente, gratuita y sobre todo amorosa. rtires, la de los mártires de los primeros siglos del cristianismo y los de todos los siglos, también los de hoy, y su hazaña se resume en una palabra: Amor”. Fray Octavio valoró la figura de los mártires de los primeros años del cristianismo que fueron perseguidos por su fe: “A los mártires les mueve el amor, nada más que eso, un amor profundo y ciertamente radical que afecta a cada aspecto de su vida; mucho fruto".
El obispo comparó aquellos mártires de los primeros tiempos del cristianismo con los mártires actuales: “hay también hoy mucha gente que se juega la vida para conseguir una mejor para ellos seguramente, pero también para sus hijos por ejemplo, mucha gente que para servir a los demás deja la vida luchando contra un montón de dificultades que se convierten muchas veces en un muro infranque. s, en los noticiarios y nosotros actuamos a menudo como los contemporáneos de aquellos verdugos de la antigüedad, pasamos página, cambiamos de canal y miramos que su vida y sobre todo su desdicha no perturbe nuestra comodidad huidiza”.
Después de la misa se presentó el libro “Una noche y treinta años”, de Carles Mascort, quien ha gestionado, desde 2005, la recuperación de la mayor parte de las figuras que se integran en la arqueta que contiene las reliquias del patrón banyolí y que fueron expoliadas en el año 1980. Miquel Noguer. El autor detalló el complejo proceso que ha permitido recuperar las distintas piezas, verdaderas joyas de la orfebrería gótica catalana y que permanecían en poder de unos compradores holandeses. Estas gestiones llevadas a cabo desde el Obispado de Girona, con el apoyo económico de la Administración central, que también ha asumido la actual instalación que preserva la arqueta, constituyen el eje de la obra escrita.