
La basílica de San Félix de Girona ha acogido, hoy martes, 29 de octubre, la Misa Solemne de San Narciso. Ésta ha sido la primera celebración del patrón de la ciudad y de la Diócesis de Girona presidida por fray Octavi Vilà como obispo. (VER VÍDEO DE LA CELEBRACIÓN) Han concelebrado con él 21 presbíteros, asistidos por 3 diáconos y varios monaguillos. Estaban presentes representantes de los diferentes organismos diocesanos, así como numerosos fieles que llenaban la amplia nave basilical. Miembros de las corales gerundenses han acompañado la parte musical. También han asistido autoridades civiles, entre ellas el presidente de la Diputación de Girona, Miquel Noguer; el delegado de la Generalitat en Gerona, Xavier Guitart; el subdelegado del Gobierno español, Pere Parramon; la vicealcaldesa de Girona, Gemma Geis, y otros concejales del consistorio municipal, así como representantes de los cuerpos de seguridad y emergencia.
«Hoy, también nosotros celebramos a san Narciso, damos gracias por todo lo que predicó y necesitamos también imitar lo que de obra nos enseñó». Éstas han sido unas de las primeras palabras de de fray Octavio, que este año predicaba por primera vez la esperada homilía (LEER HOMILIA COMPLETA) . Ha destacado que «en san Narciso, la fe y las obras fueron una sola cosa; de hecho, el espíritu de su fe impulsaba la caridad de sus obras». En este sentido, ha puesto de relieve la coherencia necesaria entre fe y obras, bajo el ejemplo de los mártires: «De los mártires necesitamos recordar cómo vivieron su fe y este recuerdo debe ser modelo y ejemplo, alentándonos a vivir hoy nuestra fe en plenitud». Ha añadido: «La caridad es el único camino hacia la victoria de la fe, una victoria que alcanzó san Narciso no sólo por su martirio, sino sobre todo por la coherencia entre esa fe y sus obras que se convierten para nosotros rocío de otoño».
En relación con la labor de los cristianos en medio del mundo, el obispo ha recordado que «estamos llamados a poner luz, a ser luz para nuestros hermanos, vengan de donde vengan, crean o no crean, nos sean más cercanos o algo más lejanos; porque el Señor nos convoca a ayudar al prójimo tanto como podamos». Y para poder hacerlo, el obispo ha pedido a Dios, por intercesión de san Narciso, «vocaciones santas y generosas a la vida sacerdotal, diaconal, religiosa, laical y familiar; haciendo así crecer el pueblo santo de Dios en esta tierra».
A continuación, el obispo ha puesto de manifiesto diversas situaciones de injusticia que se viven en la ciudad de Girona: «Cada noche, en nuestra ciudad, más de un centenar de personas duermen en la calle porque no tienen dónde guarecerse; cada día hay en nuestra ciudad gente que no tiene un trabajo digno que le proporcione los recursos suficientes para alimentar a los suyos; cada día hay en nuestra ciudad gente que malvive en un espacio reducido, en malas condiciones y que, además, corre el riesgo de perder esta mínima vivienda y quedarse en la calle; cada día hay quien vive en la soledad no deseada sin una mano amiga a su lado, sin una voz cálida que haga sentirle querido».
También ha ampliado la mirada al mundo entero: «Cada día, en el mundo, mueren o quedan heridas o sin hogar miles de personas, víctimas de las guerras, de esas que ocupan las portadas de los periódicos y de esas que de tantos años llevan destruyendo a personas y regiones, ya nadie habla. Todos los días hombres, mujeres y niños pierden la vida cruzando el mar para encontrar una vida más digna, cuando sólo piden un techo, un trabajo y unos alimentos mínimos con los que sostenerse. Cada día muchas mujeres sufren violencia en su propio hogar y muchos niños son víctimas de abusos físicos y laborales».
Todas estas personas, ha afirmado, "son los mártires de nuestro día a día, los mártires de la puerta de al lado, aquellos que como san Narciso sostienen con heroísmo una lucha desigual, en su caso contra la pobreza, la violencia y la marginación". Y ha añadido: "No habrá victoria de la fe, ésta no podrá vencer en el mundo, mientras a nuestro alrededor subsista la desigualdad y la marginación, mientras a nuestro mundo no llegue en plenitud el amor de Dios". «Ante esta realidad -ha remarcado- nosotros como Iglesia tenemos una responsabilidad y no menor; también todos juntos como sociedad somos responsables y estamos obligados a aceptar el envite de buscar el restablecimiento de la justicia». En este sentido, ha incidido en que «No podemos permanecer ciegos a las injusticias ya los desequilibrios de nuestro mundo, a las inquietudes de una sociedad de la que formamos parte integrante y activa».
Seguidamente, el obispo ha hecho referencia a los escándalos en el seno de la Iglesia: «Como Iglesia no podemos mantenernos satisfechos mientras a veces nosotros mismos somos causa de sufrimiento o escándalo, por ejemplo cuando cometemos abusos de todo tipo y no actuamos con prontitud y espíritu de reparación ante el sufrimiento que hemos infligido o pueden infligir. No podemos sentirnos satisfechos mientras permanecemos inmóviles ante el sufrimiento de tantos hermanos y hermanas nuestras».
También ha hecho un llamamiento al compromiso, dirigiéndose especialmente a los políticos ya la sociedad en su conjunto: «Debemos comprometernos y alentarnos a comprometerse a todas las administraciones, y al conjunto de la sociedad, a no permanecer indiferentes, a no contentarnos con lo que ya hacemos, a comprometernos todos juntos, a todos , y darle la ayuda que necesita». Y ha sentenciado: «en gran medida profanamos nuestra fe cuando descuidamos nuestro deber a la caridad, como creyentes unos, y como ciudadanos todos juntos. ».
El obispo ha recordado que «hoy el enemigo es todo lo que priva a muchos hermanos nuestros de vivir con dignidad su vida y otros muchos de vivir con libertad, también para vivir la fe. Es ésta una tarea que nos compromete a todos, creyentes y no creyentes, alejados y cercanos, practicantes y no tan practicantes». Y ha concluido afirmando que «la injusticia está presente en nuestra sociedad como una serpiente que retuerce y lanza de nuevo un chillido que debería ser tronador por nuestras conciencias».
Al finalizar la celebración eucarística los oficiantes se trasladaron en procesión hasta la capilla de San Narciso donde fray Octavio bendijo las reliquias del patrón, que veneró, como seguidamente hicieron los concelebrantes y los numerosos fieles que recibieron el tradicional algodón que les protege del dolor de oreja.
FOTOGRAFÍAS: ÀNGEL ALMAZAN