
El Centro Padre Claret de Girona acogió, ayer jueves, 28 de noviembre, la conferencia «El Jubileo de la esperanza», que corrió a cargo del obispo de Girona, fray Octavi Vilà. Habló sobre el sentido de los jubileos y presentó la convocatoria del próximo 2025, que lleva por lema «Peregrinos de esperanza». Ésta fue la primera conferencia del ciclo de conferencias de este curso a los claretianos, y contó con una numerosa asistencia de público.
Comenzó su intervención explicando los orígenes de los años jubilares: «En la antigüedad, en el mundo judío se presentaba como ocasión para restablecer la correcta relación con Dios, con las personas y con la Creación, y comportaba el perdón de las deudas, la restitución de los terrenos enajenados y el descanso de la tierra». «Podríamos decir, en cierto modo, que el mismo Jesús, su sola presencia, tiene los efectos de un Año Jubilar. Jesús nos ha venido a llevar la salvación, a enmendar todo lo que el pecado, la culpa y las faltas han estropeado nuestra relación con Dios», afirmó, así como que «no es extraño, pues, que fuera una idea de que la Iglesia adoptara y se hiciera suya». «Fue Bonifacio VIII, en 1300, quien convocó el primer Jubileo, y ya fue llamado también Año Santo, porque se concibe como un tiempo en el que se experimenta que la santidad de Dios nos transforma, es decir un tiempo de conversión», añadió.
«El domingo 29 de diciembre de 2024, en todas las catedrales los obispos diocesanos celebraremos, si Dios quiere, la Eucaristía como apertura solemne del Año Jubilar», señaló el obispo, quien indicó que «según el ritual, en esta celebración se deben leer algunos de los pasajes ar».
La esperanza, tema central del Jubileo
Fray Octavio subrayó que «el papa Francisco nos recuerda, en la bula, que estamos llamados a descubrir la esperanza en los signos de los tiempos que el Señor nos ofrece a nuestro entorno» y que «por eso hay que prestar atención a todo lo bueno que hay en el mundo para no caer en la tentación de sentirnos superados por el mal y la violencia». Si no, «tendremos la tentación de abandonar el camino, de creer inútil seguir avanzando», añadió. «Mirar el futuro con esperanza también equivale a tener una visión de la vida llena de entusiasmo para compartir con los demás, apunta el Papa», siguió el obispo, y resaltó que «dar esperanza a quien no la tiene podría ser una de las bienaventuranzas». Puso sobre la mesa palabras y signos de esperanza en relación con la apertura a la vida, con los enfermos, con los jóvenes, con los migrantes, con los ancianos, con los pobres, con la tierra...
«La esperanza encuentra en la Virgen María su testimonio más alto», destacó el obispo, a continuación, y describió a María como «icono de la esperanza». «Al pie de la cruz, mientras veía a Jesús inocente sufrir y morir, incluso atravesada por un dolor desgarrador, repetía su fiado, su sí, sin perder la esperanza y confianza en el Señor», añadió. En este sentido, recordó que «el Papa invita a los peregrinos que irán a Roma durante el Jubileo a detenerse a orar a los santuarios marianos de la ciudad, para venerar a la Virgen e invocar su protección».
En la última parte de la conferencia, el obispo afirmó que «la esperanza debe marcar el camino de la humanidad, pero para los cristianos debe estar animada por una certeza: que el Señor está presente en el transcurso de nuestra vida acompañándonos» y añadió que «nosotros mismos debemos ser transmisores de la esperanza, hacerla llegar.
Fotografía: Centro Padre Claret de Girona