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Oficina de Comunicación del Obispado de Girona

Viernes 06 de Diciembre de 2024

Unas letras del obispo (8 de diciembre): Abra una ruta al Señor

«Abre una ruta al Señor» (Lc 3,4)

El Adviento es el tiempo de la espera, de la preparación del advenimiento del Señor, es decir, de la Navidad. No debe ser una espera inactiva, esperamos lo que amamos porque la esperanza nace del amor y se fundamenta en el amor, como nos dice el papa Francisco en la bula de convocatoria del año jubilar 2025. Nos debe mover siempre el amor, un amor de lo que Cristo es la mayor muestra, hasta el extremo.

La escena tierna del nacimiento incluye todo el misterio de la redención, pero esta ternura no debe hacernos perder la realidad del misterio del amor de Dios, que envía a su Hijo a buscarnos, y para que no nos sintamos incómodos el Hijo se hace carne, se hace uno de nosotros, así no le podremos reprochar que no nos entienden nuestras alegrías.

Si hay alguien que en ese tiempo de Adviento represente mejor la esperanza, ésta es María. La chica de Nazaret que en un instante vio darle la vuelta a su vida, convirtiéndose en Virgen. A ella acudimos siempre que nos encontremos en dificultades, y así como ella esperó el nacimiento de su hijo, nosotros esperamos de ella una palabra de consuelo, un gesto de ese amor suyo con el que arrugó a aquel niño, en apariencia tan desvalido, en realidad tan poderoso.

La Navidad representa todo esto, es el misterio del amor hecho hombre, de la misericordia encarnada. Por eso es necesario que nos dispongamos a iniciar este tiempo de Adviento conscientes de que es un tiempo de espera, de preparación, para recibir al Hijo de Dios, el amor de Dios hecho carne en el vientre de María.

Esperamos lo que amamos, por eso esperamos con deseo a este niño en el que, a pesar de la migradez de su persona, vemos y reconocemos la grandeza de Dios. En este segundo domingo de Adviento enciendamos a nuestra corona la vela de la esperanza. No se espera aquello en lo que no se cree, se espera lo que quizás no se sabe exactamente cómo será, pero que estamos ciertos que hay que esperarlo, que vale la pena esperarlo. María esperaba porque creía, porque estaba cierta que el hijo que llevaba en sus entrañas era también Hijo de Dios, y esto lo llevaba en el fondo del corazón y meditaba.

Uno de los rasgos característicos de un año jubilar, como el que estamos a punto de empezar, es la peregrinación; en la antigüedad, hacia Jerusalén, hoy hacia Roma. María hizo camino, hacia Belén, hacia Egipto, hacia Jerusalén, fue una mujer siempre en camino siguiendo la voluntad de Dios.

Iniciamos pues en este Adviento nuestro particular y comunitario camino hacia la Navidad, nuestra peregrinación hacia el encuentro con ese nuestro Dios que es amor. Hagamos que nos encuentre listo y bien dispuestos para el encuentro, como encontró en María.

+ fray Octavio,
obispo de Girona

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