El obispo Octavio preside por primera vez la Misa del Gallo en la catedral

La catedral de Girona acogió el pasado martes a las 12 de la noche la tradicional Misa del Gallo. Fieles de la ciudad y venidos también de los pueblos de los alrededores, se dieron cita en el templo para conmemorar el nacimiento de Jesús. Fue celebrada por los canónigos de la catedral y presidida por primera vez por el obispo de Girona. En la homilía, fray Octavio, comparó a Jesús como rey, humilde ya la vez Dios. Según él, una contradicción porque "estamos demasiado acostumbrados a que los poderosos no hagan otra cosa que mirar por sus intereses y que alguien teniéndolo todo quiera renunciar a todo no encaja, al menos, en nuestro concepto de poder".

El Obispo puso el ejemplo de los actores que configuran el pesebre para asegurar que "el punto culminante de la historia de la salvación está muy presente aquella primera noche de Navidad. Junto al niño una madre a la que poco después le será profetizado que una espada de dolor le traspasará el pasto que guardan el rebaño de sabor mantener unido el rebaño y de alimentarlo. Más allá un campo donde el trigo ni dad sólo verdea en espera de dar aquel fruto que venteado a la era, muy amasado dará a comer a una multitud y será convertido en el cuerpo de aquel que hoy todavía ni balbucea un muerto que acaban de cebar. quien ahora somiquea al lecho de paja. de una sola pieza que será echada a suertes en el calvario y quién sabe si también dará para confeccionar la mortaja que acompañará a este bebé un día en el sepulcro. Aquella mujer que poua, quizás también samaritana, no está demasiado lejos de la que un día pedirá a este recién nacido agua viva, aquella que quien la bebe ya no tiene nunca más sed”.

Fray Octavi dijo también que en aquella Nochebuena, “comenzaba una historia de amor entre Dios y su criatura, una historia de amor hasta el extremo de que el que es hoy un bebé acabará dando su vida en la cruz, se entregará a sí mismo por nosotros, y poco después venciendo su muerte, dejándonos limpio y haciendo de nosotros un pueblo suyo, .

Tras la celebración, los fieles adoraron al Niño Jesús en la capilla de la Anunciación con cantos litúrgicos y populares.