
Unas noventa personas participaron, el sábado 15 de febrero, en el primer «Peregrinaje adentro» del año en el Sant Sepulcre de Palera, organizado por la fundación que vela por la promoción, difusión y gestión del lugar. Bajo el título «Del silencio al servicio», la sesión corrió a cargo del obispo de Girona, fray Octavi Vilà. En su exposición, remarcó que "el silencio es una herramienta fundamental para acercarnos a Dios y que nos ayuda a subir los escalones de nuestra competencia espiritual". Asimismo, alertó de que «no es un fin en sí mismo» y que «nosotros no somos sus protagonistas: es Dios quien debe serlo». En este sentido, señaló que «el silencio exterior es una herramienta fundamental para conseguir el silencio interior, para apaciguar el ruido de nuestras inquietudes demasiado mundanas y abrir las puertas a Dios, a la escucha de su Palabra, fuente y alimento para nuestra vida».
Durante su intervención, fray Octavi recordó que «san Benito nos pide que amemos el silencio, que lo deseemos, que como buenos discípulos estemos siempre prontos a escuchar». Y añadió: «Tiene que ser un silencio activo para dejar espacio a la Palabra, para abrirle la puerta y dejarla que entre en nuestro interior». «Por san Benito sólo la palabra nacida del silencio puede dar vida», sentenció. También hizo mención también de los Padres del desierto: «Vivían conducidos por este principio de sabiduría: "Huye calla y reposa". Desde la perspectiva de quienes queremos vivir la contemplación en medio de la vida diaria, creo que podríamos hacer esta traducción de aquel principio sabio: Huye de la dispersión de la superficialidad, soségate, serénate, y serás conducido a la quietud del Espíritu». Citó también a otros autores, uno de ellos ya más contemporáneo, Thomas Merton, quien afirmaba que «cuando te encuentras realmente solo estás con Dios».
Por otra parte, fray Octavio enumeró los diversos beneficios de la oración personal e invitó a la práctica de la lectio divina, como «aproximación a la voz de Dios que nos habla»: «La lectura privilegia el momento de la comprensión; en la meditación prima el esfuerzo de apropiación; la oración da paso al diálogo con Dios; en la contemplación aparecen el silencio y la adoración».