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Oficina de Comunicación del Obispado de Girona

Viernes 28 de Febrero de 2025

Unas letras del obispo (2 de marzo): Sácate primero la viga de tu ojo

«Sácate primero la viga de tu ojo» (Lc 6,42)

Estamos en las puertas de la Cuaresma, el tiempo de preparación para la celebración de la Pascua, que es el centro del año litúrgico, cuando celebramos la pasión, muerte y resurrección de Cristo, el objeto de nuestra fe. Este tiempo se plantea siempre como un tiempo de conversión, rememora los cuarenta días durante los cuales Jesús estuvo en el desierto, sufriendo las tentaciones del maligno; unos cuarenta días que nos recuerdan los cuarenta años durante los cuales el pueblo de Israel peregrinó hacia aquella tierra que Dios les había prometido al ser liberados de la esclavitud.

Por eso este tiempo se plantea como un camino hacia nuestra propia conversión, un camino hacia la participación de la victoria de Cristo sobre la muerte que debe ser para nosotros un camino hacia vencer nuestras propias muertes de cada día, aquéllas en las que dejamos derrumbar un poco nuestra vida de creyentes para sucumbir a todo lo que se nos presenta como halagüeño, y que de hecho. Creer en Cristo es realizar una inversión a largo plazo; caer en la tentación de valorar por encima de todo los pequeños placeres que nos dan satisfacción es buscar un alto rendimiento a corto plazo que no siempre, por no decir casi nunca, no resulta una buena inversión.

Invertimos en nuestra conversión cuando nos apartamos de todo lo que nos aleja de Dios y de sus mandamientos. Tenemos un buen baremo cuando analizamos la forma que tenemos de ver y juzgar a nuestros hermanos. Dios nos invita a ver en el otro, a ver en el prójimo, su imagen; pero nosotros casi siempre lo que queremos ver es la imagen que nos hemos hecho del otro, que no siempre es positiva ni justa. Encasillamos, negamos el derecho a rectificar y condenamos con cierta ligereza. No es a eso, que nos invita a Cristo, al contrario. Él nos muestra con el ejemplo cómo amar, Él lo hizo hasta el extremo y nosotros no podemos llegar a este nivel de amor, pero eso no quiere decir que no sea necesario intentarlo.

La Cuaresma es siempre una nueva oportunidad para amar. Cuando el Miércoles de Ceniza se nos recuerda o bien que somos polvo y al polvo volveremos, o bien que debemos convertir y creer en el Evangelio, no se trata de atemorizarnos con la certeza de la finitud de esta vida, se trata de que la vivamos como un camino hacia Cristo, disfrutando de cada etapa de la vida; y sólo la podremos disfrutar verdaderamente si amamos a Dios ya nuestros hermanos y hermanas.

La Cuaresma y la Pascua forman un solo tiempo, vivámoslo en este año jubilar de forma más intensa, como un verdadero camino hacia la esperanza, aquella esperanza que no engaña y que sólo puede venir de Cristo.

+ fray Octavio,
obispo de Girona

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