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Oficina de Comunicación del Obispado de Girona

Viernes 19 de Septiembre de 2025

Unas letras del obispo (21 de septiembre): Nadie puede servir a dos dueños

«Nadie puede servir a dos dueños» (Lc 16,13)

A veces la fe entra en contradicción con las actitudes humanas, como si fueran dos dueños a los que servir. La marcha de la historia se nos presenta a menudo como un imparable avanzar en el que a menudo es definido como progreso. Un camino ese que no siempre responde a la definición exacta del término, que se define como la acción de ir adelante, de avanzar de un grado a otro superior. Necesitamos a menudo plantear la pregunta de qué es lo que define un grado como superior a otro.

Estamos celebrando el año jubilar dedicado a la esperanza. La fe, la esperanza y la caridad constituyen las tres virtudes teologales. Estas virtudes constituyen la base de las virtudes humanas, se refieren directamente a Dios y nos disponen a vivir en relación con Él, puesto que en Él tienen su origen y en Él se fundan, animan y caracterizan la vida del cristiano.

Hablamos a menudo de valores, de la pérdida de valores, de su relajación o de la sustitución de unos valores por otros. Desde la fe vamos más allá, cómo vamos más allá de la idea que la sociedad tiene del concepto de progreso; vamos a su raíz, que tiene en Cristo el origen y el fundamento. De su maestría, de sus palabras y de su vida hemos aprendido a considerar la vida como un don de Dios, un don que no se limita a la existencia limitada y finita que aquí y ahora conocemos, sino que va más allá. Como nos dice San Pablo, hemos sido hechos hijos de Dios con el Hijo y «si somos hijos, también somos herederos: herederos de Dios y herederos con Cristo, pues, sufriendo con él, seremos también glorificados con él.» (Rm 8,17).

En palabras del papa Francisco: «el gran don de las virtudes teologales es la existencia vivida en el Espíritu Santo. El cristiano nunca está solo. Hace el bien no por un esfuerzo titánico de compromiso personal, sino porque, como humilde discípulo, anda detrás del Maestro Jesús. Él va delante en el camino.» (24 de abril de 2024).

Cristo, como maestro de vida, nos muestra que, viviendo en profundidad la fe, manifestada en la caridad y fijos los ojos en la esperanza, podemos profundizar en lo que es realmente importante, lo que no ocurre, lo que constituye ese grado verdaderamente superior, el verdadero progreso. Decía el papa Benedicto XVI: «la historia tiene una meta, una dirección. La historia va hacia la humanidad unida en Cristo, va hacia el hombre perfecto, hacia el humanismo perfecto. En otras palabras, san Pablo nos dice: sí, hay progreso en la historia. Si queremos, existe una evolución de la historia. Progreso es todo lo que nos acerca a Cristo y así nos acerca a la humanidad unida, al verdadero humanismo.» (4 de enero de 2006).

+ fray Octavio,
obispo de Girona

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