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Oficina de Comunicación del Obispado de Girona

Viernes 27 de Septiembre de 2024

Unas letras del obispo (29 de septiembre): Quien no está contra nosotros está con nosotros

«Quien no está contra nosotros está con nosotros» (Mc 9,40)

Con nosotros o contra nosotros, no nos cuesta demasiado considerar de los nuestros a unos y como contrarios o enemigos a otros. La dinámica de nuestra sociedad es propensa a encerrarse a los demás e incluso a hacer un peligro, un riesgo, una amenaza. El desconocimiento genera a menudo desconfianza, y éste puede llegar a generar miedo y la consiguiente reacción de hostilidad o incluso de odio. Nosotros los creyentes partimos de una premisa consustancial a nuestra fe, y es que todo el género humano proviene de un único Dios a partir del momento de la creación, y que con Cristo todos hemos sido hechos hermanos. Todos lo compartimos, pero a veces lo hacemos en un plano puramente teórico, y cuando hay que aplicar esta premisa a la realidad concreta nuestra reacción es otra.

Nuestro mundo –la sociedad en la que vivimos– muestra a menudo una actitud colectiva de rechazo, ya veces directamente de hostilidad, hacia quienes provienen de otras zonas del mundo. Este sentimiento proviene del desconocimiento del otro, ya menudo está dirigido por intereses concretos para despertar ese sentimiento de amenaza que frecuentemente nos invade. Podemos llegar a ver a los recién llegados como la fuente de todos nuestros males: desempleo, delincuencia o carencia de vivienda. Aquel «era forastero y me acogió» (Mt 25,35) del que hablaba Jesús –y que de corazón compartimos– cuando hay que concretarlo sufre unas concreciones que pueden llegar incluso a desvirtuarlo ya anularlo.

Dios creó el mundo, y con él los recursos suficientes para que toda la humanidad se alimentara y pudiera vivir de forma digna. A lo largo de los siglos –de hecho, en breve– estos recursos dejaron de pertenecer a todos por igual y unos, unos cuantos, acabaron teniendo mucho, mientras que otros, la mayoría, acabaron por no tener casi nada. Riqueza y pobreza, hambre y enfit, salud y enfermedad no se reparten igualitariamente, lo que motiva que mucha gente, aunque sus países tengan suficientes recursos naturales para vivir bien, tengan que dejarlo todo y jugarse la vida para buscar lo mínimo necesario en otro sitio. La imposibilidad de llevar una vida digna, ya sea por motivos económicos o políticos, mueve a millones de personas al éxodo y muchas veces incluso a la muerte. Pero parece que nosotros ya nos hemos acostumbrado a ello, y pasamos la página del diario o cambiamos de canal de televisión para evitar que esta tragedia nos afecte a los ojos o al corazón. Hemos olvidado también que no hace tanto éramos también nosotros los emigrantes o los exiliados en masa. Convertimos a menudo en ciegos, sordos y mudos ante el sufrimiento de los demás. Quizás Jesús nos diría que quienes llaman a las puertas de nuestro mundo no están contra nosotros y que, por tanto, están con nosotros.

+ fray Octavio,
obispo de Girona

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