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Oficina de Comunicación del Obispado de Girona

Miércoles 27 de Noviembre de 2024

La abadesa de San Benito de Montserrat, María del Mar Albajar, en el receso de Adviento para sacerdotes y diáconos

Ayer martes, 26 de noviembre, tuvo lugar, en la Casa Santa Elena de Solius, el receso de Adviento para presbíteros y diáconos de la diócesis. Bajo el título «La esperanza, creadora de realidad», corrió a cargo de la abadesa del Monasterio de San Benito de Montserrat, María del Mar Albajar (Barcelona, 1970).

Comenzó la ponencia afirmando que la esperanza "es la capacidad de pouar en el misterio del Dios vivo en nosotros y hacerle vida" y esto "es lo que crea realidad y una realidad nueva". Remarcó, seguidamente que «vivir en cristiano es vivir desde la esperanza». A continuación, contrapuso esperanza y optimismo. «El optimista está convencido de que las cosas irán bien sin tener en cuenta la complejidad y dureza de la vida. Piensa que su visión es la buena y no se deja afectar por la realidad en su aspereza». En cambio, «la esperanza nace de la desesperanza», y citando al filósofo Byung-Chul Han, puso de relieve que «la esperanza sólo es posible en la fragilidad, le es inherente el fracaso». En este sentido, según el teólogo Ignacio Ellacuría, «la persona que se abre a la esperanza no abandona lo humano, la historia real, sino que hunde sus propias raíces haciendo más presente y más activo lo que ya estaba presente».

La ponente señaló que la esperanza «es la apertura a lo indisponible, a lo que no podemos controlar. No la poseemos. Es más bien la esperanza que posee a quien espera» e indicó que ésta «contiene en sí misma la plenitud». Y añadió: «Nos empuja con los demás y por los demás. Suscita un futuro capaz de incluir a todo el mundo. Crea uno nosotros y uno cada vez mayor. No aísla, sino que vincula, une, genera confianza y crea comunidad».

«Jesús fue un hombre de esperanza», remarcó la abadesa de Sant Benet, y citó a Marc 1, 15 como síntesis de su manera de entender la esperanza: «El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está cerca, conviértese y cree en la Buena Noticia». «Este tiempo que se ha cumplido que dice Jesús significa que lo que tenía que ocurrir es ahora, porque la esperanza tiene lugar ahora», afirmó. «Es en cada ahora en la que nace la esperanza», recordó, así como que ésta «nace en el presente porque el presente está lleno del futuro de Dios».

Por otra parte, recordó que “la realidad no se impone, sino que es una posibilidad para nosotros. La presencia del Espíritu en la historia nunca violenta la libertad humana. El espíritu no exige, no reclama, habla flojo... permanece esperando nuestra respuesta». Y seguidamente entró en la cuestión de la conversión: «La esperanza pide conversión en el presente, a la realidad tal y como es. Y ésta nos invita a abrirnos a la realidad, más que a la interpretación de la realidad. A ir más allá de nuestra mente, de lo que pensamos. La conversión debe ser no a la idea que tenemos del amor, sino al amor. Una conversión que nos permita ser testigos del mensaje».

Por último, recordó que «necesitamos creer en esa promesa que no llama. El miedo, la angustia, el exceso de racionalidad nos bloquea el acceso en el sueño vivo en nosotros, que late constantemente, que podemos no sentirlo, pero está irremediablemente vivo en nosotros». «Hablar de una Buena Noticia en el mundo de hoy es de locos», dijo, al tiempo que añadió que ésta «es el corazón de la esperanza». Por último, indicó que «nuestra esperanza está condicionada por la realidad, pero es la realidad la que depende de ésta».

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